Real como la vida misma, los ecos de la boda real de Meghan y Enrique siguen llegando a través de la prensa, no solo prensa del corazón, sino también de la prensa convencional incluso la prensa seria especializada en sociedad y política.

Una boda real con dos planos: profusión de protocolo, representación y dispendio en la organización y una cierta sorpresa por el vestido de Meghan, sorpresa en cuanto parece que quiso transmitir que aquello en lo que ella dispone, el vestido de novia, la sencillez, los detalles minimalistas y el respeto a las formas y a la familia real en cuanto a permitir símbolos de unión hacia los países de la Mancomunidad de naciones denominada commonwealth lo cual evidencia la influencia que un acto social como la boda real tiene en gran parte del mundo.

El vestido de novia de Meghan

Como decimos el vestido de novia de Meghan se distingue por la sencillez, uso del color blanco, vestido elegante, sencillo, y es que la elegancia normalmente va de la mano de la sencillez, blanco puro, escote de barco muy adecuado para la fisionomía de la novia y el estilo de sencillez; se ve la mano y el criterio de la novia, defensora de la libertad e igualdad de la mujer junto con el respeto a la familia real al portar la tiara, bellísima, que soportaba el largo velo de novia.

Elegancia y sencillez pues y la demostración de que la elegancia no es cuestión de gasto, sino cuestión de gusto, pues quitando el coste de la firma, el vestido no era de un coste excesivo.

Parece una entrada de aires nuevos, aire fresco en la Familia Real Británica, menos fasto, más sencillez, criterio propio de la novia, pajes y damas de honor arropándole y la subida de la escalinata ella sola acompañada de pajes quizás para transmitir criterio propio e independencia aunque, quizás por el protocolo de otras bodas se viera un tanto desangelada y desasistida, pero fue su criterio.

Los principios del vestido: exclusividad, elegancia, diseño, sencillez y estilo adecuado a la novia y a la ceremonia, su sueño, su vestido, sus medidas, su criterio, como la novia actual, novia con criterio propio y que quiere su estilo huyendo de un vestido de firma que le va suponer un coste y que no le va dar exclusividad ni libertad de elección.

Vestidos de invitadas.

En la madre de la novia, elegancia, gusto, color finísimo y sencillez, con un toque de informalidad en el pelo y en el discreto piercing en la nariz. Su gusto, su personalidad, su estilo y sus toques personalísimos en el pelo y en el piercing.

Elegantísima la princesa Kate con una pamela de diseño, muy elegante y conjuntando con su vestimenta, porte, elegancia y distinción que realza su belleza y la distingue.

Elegante también Carmila por el tono del conjunto elegido aunque un tanto personal y particular la pamela que portaba muy conjuntada y quizás muy adecuada para el broche que portaba al cuello.

Elegantísima la hermana de Kate con un tocado discreto quizás para ponerse en un segundo plano, como le corresponde y muy elegante la esposa de George Clooney, según los medios muy defensora del feminismo pero feminismo no está reñido con la elegancia como ella ha querido transmitir. Muy elegante y conjuntada la pamela que portaba, por otra parte.

Elegante y jovial la reina con un conjunto entre verde y amarillo limón con un sombrero a tono y un adorno contrastando en el mismo. Un perfecto juego de colores.

Elegancia y exclusividad.

Boda con elegancia y exclusividad, un vestido sencillo y minimalista que lo único que lo encarece es la firma de la diseñadora; estilo adecuado a la novia, una novia sencilla que quiso tener su propio criterio, elegancia y distinción en las invitadas, incluso en la feminista esposa de George Clooney que sin bajar la bandera del feminismo llevó muy alta la bandera de la elegancia y excelente puesta en escena con damas de honor, pajes, carroza real, coros y la ayuda del buen tiempo. Felicidad a los novios Meghan y Harry.